Desde pequeños nos planteamos metas y sueños, por los cuales vivimos y le dan sentido a nuestros esfuerzos y lucha continua. Sin embargo, en muchas ocasiones no estamos dispuestos a pagar el precio de cada uno de ellos y simple y sencillamente desistimos.
En nuestra vida secular; soñamos con ser grandes profesionales, tener empresas, carros lujosos, hermosas casas… Y en nuestra vida cristiana, ¿con qué soñamos?, ¿tenemos como meta agradar a Dios?, ¿tenemos como sueño cumplir su propósito en nuestras vidas?, ¿tratamos de acomodar nuestros sueños seculares a nuestro caminar en Cristo? Posiblemente las respuestas a estas preguntas te resulten difíciles de aceptar, pero nos hemos olvidado que nuestro corazón propone, pero nuestro Dios dispone.
Detén un momento el pedal en el acelerador de tu vida y pon en una balanza las cosas que haz alcanzado en tu vida secular y las que haz alcanzado en tu vida cristiana ¿Cuál pesa más?, ¿qué prefieres? ¿ser la persona más reconocida del mundo? o ¿ser aquel hijo de Dios que tenga cientos de coronas en los cielos y que el infierno retumbe cada vez que hables?
Ya es tiempo de despertar! sacúdete! No permitas que los afanes de la vida ahoguen el propósito por el cual Dios te ha llamado.
Y a ti, que ya te has dado cuenta de esto y has tomado la decisión de disponerse a que Dios se manifieste en ti, no le pidas al Señor que guíe tus pasos, si tú no estás dispuesto a mover tus pies.
Muchas veces estamos tan cómodos fuera del propósito de Dios, que él nos incomoda para hacernos entrar en el.
¿Crees que Abraham se sintió cómodo en dejar todo lo que tenía e irse y solo caminar en fe? Yo creo que no, pero su fe y confianza en Dios era más grande que todo.
Levántate y sé valiente! El reino de los cielos sólo los valientes lo arrebatan. No permitas que nada ni nadie robe tus sueños. El te llamó y está esperando que entres a vivir bajo su voluntad que es buena, agradable y perfecta. Atrévete a vivir bajo la guianza del Espiritu Santo. Si quieres ver cosas que nunca haz visto, comienza a hacer cosas que nunca haz hecho.
Empieza a caminar bajo el propósito que Dios te ha llamado y descuida, el tiene el control, como dicen por ahí “el que invita, paga” ¡y él ya te invitó!
No te limites, tu límite debe ser el cielo. Entonces, ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar?
Dra. Johanny Castillo
Autor
JOHANNY CASTILLO
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